Es un hecho, que en algún momento, los ambientes de OT y/o TI de las empresas pueda ser comprometidos, desde un par de colaboradores con sus equipos con malware que afecta su productividad, hasta un problema catastrófico que puede dejar a la organización paralizada por días y con su información subastada al mejor postor en el mercado negro de la web. Por más medidas de control que establezcamos o mejores sistemas tecnológicos de seguridad que dispongamos, el mercado del cibercrimen sigue creciendo y las víctimas, aumentando.
Pensábamos que con mantener seguro un entorno particular y acotado era suficiente, pero con las nubes, los contenedores, el teletrabajo, smartphones, wifi, 5G, IA, …, etc., toda tecnología de seguridad queda corta. Poco a poco, los puntos de control se multiplican más allá de nuestras capacidades y lo que antes era evidente, como un defacement, ahora son ataques que prácticamente no se diferencian de la operación normal hasta que se concretan con devastadoras consecuencias.